Que mientras callejeas por Roma te aparezca, de improviso, un templo romano como un edificio totalmente integrado en la vida urbana de la ciudad, es la prueba más palpable de que para ellos el tiempo no se mide por épocas o estilos. Para los italianos el tiempo no es nada más que la permanente constatación de su realidad: no existe el pasado como sinónimo de muerte, o de final; existen la noble antigüedad, la distancia enriquecedora, el origen eterno...
Foto JB: El Panteón de Agripa. 1991.

1 comentario:
Buenos días.
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