Desde que tenía quince o dieciséis años no he parado de hacer fotografías. Al principio, muy confundido, porque creía que era arte y uno se sentía "artista", pero desde muy pronto las seguí haciendo por el simple hecho de poder "contar" algo de lo que vivía. La semana pasada, mientras caminaba por la ciudad haciendo tiempo hasta que llegara un amigo, hubo una escena que me impresionó: creo que era ese lugar tan frío, junto con esa luz agrisada y misteriosa, aunque, seguramente, también participaron sobre mis emociones los sonidos de la ciudad y hasta mi misma soledad. En ese momento no llevaba cámara, pero sí el móvil, con lo que escogí un ángulo, esperé el instante de más intensidad temática que pude y tomé mi imagen. Ahora esta foto no la quiero para nada, o quizá sí, acaso la he guardado para poder "contaros" la obsesión que me persigue, o la forma que algunos tenemos para intentar llenar nuestro propio vacío.
3 comentarios:
Buenos días.
Y, tal vez sin esa voluntad, tiene algo de "metafoto", pues hay alguien contemplando fotografías en otro escaparate, el de una tienda...
En realidad son ellas, las fotografías ,las que "cuentan", en ocasiones muy a pesar nuestro.
Publicar un comentario