02 diciembre 2024

Ayer domingo y por diversas circunstancias, tuve que meterme con mis nietos en un cine de la Nueva Condomina para ver la película Moana2. Las casi dos horas que duró aquello dieron para mucho, pero, sobre todo, para hacerme recordar esas mismas emociones que ahora veía en ellos, solo que transportadas a los sábados de finales de los cincuenta y principios de los sesenta, cuando íbamos al kiosco de Paco, en Vistabella, para comprar los últimos fascículos del Capitan Trueno y del Jabato. Y, claro, al comparar emociones infantiles, también estuve visitando los tiempos paleolíticos, como el mundo de dentro de doscientos años. De repente Moana ha vuelto a su isla después de cumplir con éxito la misión que el destino le tenía reservada, ha terminado la película y uno ha tenido que dejar sus sueños y emociones para otro momento.

1 comentario: