Pero, claro, me trajo a su hija Elisa para que también la retratara. Y realmente fue un placer. Él no lo sabe, pensará que lo hago como favor, pero lo cierto es que me encanta "conocer" a través del objetivo, que necesito mirar para vivir y que disfruto en ese juego de miradas que se tocan y de almas que se reconocen.
3 comentarios:
Buenos días.
¿Y por qué no disculparle las gafas para mejorar el retrato? Los cristales, con sus reflejos y distorsiones, cambian el rostro y apagan la mirada.
¿Has visto alguna vez a alguien que lleve gafas, sin ellas?
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