Ya se huele, ya nos llega la fecha del encuentro con nuestro pasado. Y no sé por qué, pero desde hace unos años -no muchos, cinco o seis-, el lugar lo visito cada vez con más atención, con más emoción: miro su luz y los detalles más insignificantes, analizo lo que se oye, curioseo a los vecinos de tumba, critico unas flores, una cruz, una cita... Y sin embargo, aún me resulta un lugar imaginario.
1 comentario:
Buenos días.
Probablemente, cuando estés allí para siempre no llegarán a molestarte los vecinos, ni la luz, ni los sonidos.
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