27 noviembre 2024


 Hace unos días fui con mi nieto a Cabezo de Torres para ayudarlo a realizar un trabajo fotográfico que le habían pedido en el colegio sobre esa localidad. Entre los diferentes puntos que escogimos se encontraba el Castillo de Larache, una edificación árabe del siglo XII que personalmente aún no conocía. Últimamente, cada vez que me encuentro con restos arqueológicos, me sucede algo curioso. Y es que, lo que más me interesa de esos restos no se refiere tanto a su propio valor histórico como a la huella humana que observo en ellos. Durante unos segundos me quedé mirando esas dos grandes piedras del centro de la imagen, una clara y otra oscura y pensé: ¿Cómo y quién sería el hombre que allí las colocó hace ya más de ochocientos años? ¿Cómo se llamaba? ¿Estaba casado y tenía hijos? ¿Qué comería ese día? ¿A qué hora se acostó y en qué pensaría antes de dormirse?... O sea, que cada vez me interesa menos la historia y más el misterio de nuestra identidad en la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos días.