Como nos dijeron que la montañita de escombros junto a las Cuatro Esquinas era una obra de arte, y además era la forma que tenía nuestro Consejero de Cultura para hacernos "reflexionar" a los murcianos sobre lo divino y lo humano, ya que considera que estamos todos imbuídos de una apatía peligrosísima para el futuro del arte -y acaso también de la Consejería-, pues uno se pasa a menudo por la obrita para ver su evolución y disfrutar con las diferentes perspectivas que el paso del tiempo va depositando en ella. Y así fue. Sobre los artísticos escombros que aún quedan aparecía el homenaje al gran maestro, al padre, aparecía un trozo del retrete de Duchamps coronando la obra de la Almarzegui, y todo para gozo y despipote de nuestro Pedro Alberto Cruz (PAC, para los amigos) y del personal más sensibilizado con estos movimientos tectónico/artísticos.
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