17 abril 2009

MIEDOS

Me daban y me siguen dando "miedo" los puestos ambulantes de chucherías, como me daba miedo la feria, el tren de la bruja, los coches de choque... Tanto oropel barato, tanto colorín, tanto reclamo absurdo, chocaban en mi mente de niño con la estrafalaria y falsa simpatía de los comerciantes, con sus dientes de oro, sus risas procaces, sus uñas negras y duras, sus miradas delictivas. Delante de este puesto en la Plaza de la Cruz, todavía rememoro ese sentimiento.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que no mata, engorda!.

Jkn.

Anónimo dijo...

Si esto te pasara ahora,te llevarian al psicologo.

Anónimo dijo...

De cuantos y cuantos sentimimientos y vivencias está hecha nuestra vida, son nuestra materia, lo que nos ilumina mientras existe nuestra luz. Sensaciones que nos acompañan para siempre y que son nosotros mismos, materia de nuestra materia. Quien no siente eso a lo largo del día múltiples veces sin ser consciente. Un éxito personal para mi, es ser consciente de ello en el momento que ocurre, como te ha ocurrido a ti. Un mordisco en una manzana de caramelo, ese primer mordisco en el que inmediatamente ves a tu madre mirándote por si te has pringado.Al fin y al cabo somos SIMPLEMENTE eso.

Jose

Anónimo dijo...

Pues mis recuerdos y sentimientos son diferentes. El tren de la bruja no me daba miedo, si acaso un sobresalto en la primera vuelta, pero hacía como si me diera y así me achuchaba más a la chacha que por otra parte se dejaba achuchar y fingía tener más miedo que yo y me achuchaba ella a mí. Luego mis recuerdos de estos ingenios son netamente eróticos. Cuarto y mitad me pasaba con los coches de choque el resto hasta uno era ilusiones a lo Fernando Alonso.
Con los vendedores ambulantes mi problema era catalogar el producto. De ellas (solo le compraba a las mujeres y más si llevaban un delantal blanco) solo me interesaban saber elegir la bolsa de pipas más apretaica, regalarles mi mejor sonrisa (que aunque no os lo creáis, la tengo) y decirle “por favor señora” para que me abriera un poco más el cartucho de chufas o de altramuces o “chochos” (nunca sabré porque le llamaban así y me daba corte pedirlos) y… “el gran dilema” cinco minutos deliberando cual del manojo de piruletas rojas era más gorda o contenía más masa caramelil (que no eran como las de ahora sino un cono invertido de caramelo con solo un trozo de papel planco y con fleco en el vértice del cono) ya que habiá que optimizar los mínimos recursos financieros de que disponía. La manzana acaramelada nunca me pareció una inversión lo suficientemente rentable y te ponías hecho un adefesio o se caía a la mitad.
¿Será esto grave doctor?

Man