20 diciembre 2010


 En un espacio de no más de 80 mt. cuadrados éramos unas 100 personas; todos apiñados, sin sitio. Sobre la mesa que nos tocó, platos con queso reseco y jamón al que se le veía la sal. De primero patatas cocidas -sin pelar- con alioli, revuelto de no sé qué, croquetas muy oscuras...; de segundo fuentes con variados de carnes grasientas, quemadas y secas, pero secas secas; de postre, a la hora y media, unos platos con helados derretidos, algún flan roto y muchas cucharillas para que fuéramos cogiendo; de regalo unos chupitos color fairy, edulcorados. Todo aliñado con gritos, sandeces, vulgaridades... y aún así, fuimos felices.




Jarra de sangría con la etiqueta de la tienda aún sin despegar

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Te ha faltado añadir a ese maremagnum de restauración murciana de baja estofa, el adorno de cornúpetos renos del norte de Europa que adornaban el momento festivo de una cena de Navidad en la cabeza de algunos de los presentes. ¡Es Navidad!. Isa

Anónimo dijo...

Más que una celebración parece una tomadura de pelo, pero para los corazones de la gente es indiferente este tipo de afecciones y sólo ven el aspecto lúdico, emocional y social, por otro lado lógico.

Yo

Anónimo dijo...

Buenas noches.

No se puede describir mejor un escenario tan cutre, ni la demostración de que ese mismo escenario es accesorio cuando se tiene el ánimo predispuesto.

ANÓNIMO

Anónimo dijo...

DA IGUAL LO CUTRE DEL ESCENARIO.....LO IMPORTANTE ES LA CARA DE FELICIDAD DE LOS RENOS¡¡¡¡Y EL ANALISIS CRITICO DEL SIEMPRE ESPECTADOR QUE NO SE PUEDE PERMITIR SER DEL TODO FELIZ PORQUE TIENE QUE OBSERVAR ES NAVIDAD¡¡¡¡¡VIVAN LAS COMILONAS Y LOS RENOS¡¡¡¡¡¡¡