Eran las diez y media de la mañana y se encontraba pidiendo apoyado en una esquina junto al mercado de de los jueves de Vistabella. Es de Angola, tiene veintisiete años y pide en la calle porque no tiene trabajo. Cuando le digo que si no hay trabajo debería estar con su familia en su país, me dice que no, que aquí, al menos, existe futuro pero que allí se mueren de hambre, y que sólo volverá si puede llevar dinero para ayudar a sus hermanos que viven con una tía. Su padre abandonó a la familia hace tiempo y su madre murió en las últimas guerras tribales. Sé que es bastante difícil -y no es demagogia-, pero sólo te pido que hagas un esfuerzo: pon tu cara debajo de esa capucha -tu cara y tu mundo- y siente sobre tu piel el reconfortante sol de la mañana mientras esperas que alguien te deje unos céntimos o te llame para trabajar en su casa. Ese hombre no es otro, eres tu.
3 comentarios:
si, pero el problema está en que hay muchos, en que si me pongo a mirarlos a todos no hago otra cosa en todo el día. ¿Tenemos nosotros la culpa de la corrupción que hay en sus países?
Un saludo. Javier.
Pues hombre, ya que lo preguntas creo que si. No la culpa directa, pero es sabido que el mundo desarrollado ha explotado los recursos naturales del mundo menos desarrollado. Puede que no haya culpables directos, pero sí que tendríamos que asumir cierta responsabilidad. Al menos deberíamos ser conscientes de que nuestro confor y nuestro desarrollo algo le deben a esas otras partes del mundo que no disfrutan del mismo. Además, qué importan ahora las culpas. Si protegemos a los toros, a los linces, a la lagartija mediterránea..., ¿no podemos proteger a los seres humanos? En fin, quizá sólo se trate de mirarlos como iguales y no como tribus que nos invaden, y ya será suficiente.
Me alegro de verte por aquí.
O como dicen que dicen: venimos por que ustedes fueron...
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