23 abril 2012

Poco a poco, día tras día, van siendo más amigos, se van necesitando cada vez más. Y yo, también.

5 comentarios:

Marian Ch dijo...

¡Que de pelo!

Anónimo dijo...

Un abrazo, Ballester, en este Día del Libro en que un Mono de Michoacán llega a este espacio, "para perder un poco el tiempo sin rodeos" y descubre a la que posiblemente sea tu nieta concentrada en la pantalla de algo que llegó, según se dice con voces cada vez más estridentes, a derrotar el objeto que durante quinientos años útiles conocimos (amamos, detestamos) como el "libro". Sin embargo, la intimidad con el padre es la misma, y la luz interior la ilumina, la mano ni piensa que agarra la mano...

Juan Ballester dijo...

Otro abrazo para ti, Juan. Se te echa de menos, y gracias por perder un poco el tiempo sin rodeos con tu amigo de Espeña.

Sí, es increíble cómo un niño puede jugar con un Ipad y saber que corriendo el dedo por la pantalla se pasa otra página, etc., pero creo que ya los griegos se echaban las manos a la cabeza cuando veían que la escritura se imponía como vehículo de comunicación. Se estaba perdiendo la improvisación y la tradición oral. Y al final, los pre-griegos, los griegos y los post-griegos, todos calvos.

Marian Ch dijo...

Esos aparatos cuadrangulares son muy intuitivos. De ahí su gran expansión. Todos los niños los pueden utilizar antes de empezar a andar. Pero yo creo que no van a desbancar a ese objeto blandito, flexible llamado libro. Cualquier niña se puede quedar dormidita abrazada a esa ilustración última a esas palabras que mecieron su sueño. La mujer dobla esquinas o ese ser más meticuloso lo llena de pequeños adhesivos. Cualquiera, ya de lejos, sabe lo que llamó la atención del lector. Solo tiene que tocar y abrir. Es un objeto que pone en juego todos los sentidos, incluso el oído (nuestra voz interior, algunas leen en alto o son leídos). Si están bellamente ilustrados, por un momento piensas que tienes un cuadro en tus manos. El tacto plastificado de la pantalla nunca sustituirá a la suavidad de las hojas de papel, de árbol, de tierra, de ser.

Marian Ch dijo...

Otra cosa: Llevo observando casi dos años a mi hija ante esos objetos. Ayer la fotografié cuando llegábamos a casa e iba acompañada por un libro. Lo agarraba de una tapa, de las dos, se le caía, lo tiraba al suelo en la acera y miraba los dibujos, lo apoyaba sobre el cristal del portal y señalaba, caminaba y corría con él... Me río al pensar en un adulto sufrir si hubiera tenido un cacharro entre las manos.