03 diciembre 2012

Soren Peñalver el día 27 de marzo de 2009



DEDICATORIA DEL MAR


Era el mar en los ojos de un niño
de la mano del padre por primera
vez contemplado. Fue luego la mar
abismal de los versículos bíblicos,
los epitafios solemnes de Nantucket;
los indómitos mares de Melville. La mar
de las óperas de Britten, de los coros
oceánicos de Delius; fragor exultante
como los cantos de Whitman. Visión
desnuda a la luz de los días, presencia
con las noches vestida: el estático mar
de las fotografías donde aparecemos,
sonrisueños y enfundados en oscuros
abrigos con centelleantes botones;
juntos los rostros que salpican
el olear de sus maternas aguas.
Es el mar íntimo de una dedicatoria
que yo deseé escrita por tu mano
al pie de un retrato de Cernuda,
éste que siempre presidiera la estancia
por ti ocupada, y con su proyección
inundaba la mar de la mañana, el mar
desbordado por la luna. La mar de estos
versos que nunca habrán de envejecer
ni morir como la pasión, como nosotros:
El mar, única criatura que pudiera
asumir tu vida poseyéndote…

Soren Peñalver


Ayer jugábamos cariñosamente con la actual imagen de nuestro admirado amigo Soren Peñalver, pero no podíamos dejar la broma sola, sin añadirle lo poético de su alma y lo profundo de su música.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues qué quieres que te diga, a mí me parece un pedante.

Anónimo dijo...

Al comentario anterior:
Me encantaría ver firmada la crítica.

Anónimo dijo...

¿Para qué quieres que firme?

¿Eso cambiaría algo?

Me parece pedante, porque no entiendo a qué viene esa relación de autores, metida con calzador en lo que se supone que es un poema.

¿Acaso nos quiere apabullar con su conocimiento de la literatura universal?

Ahí va mi firma:

ANÓNIMO

Anónimo dijo...

Visión
desnuda a la luz de los días, presencia
con las noches vestida: el estático mar
de las fotografías donde aparecemos,
sonrisueños y enfundados en oscuros
abrigos con centelleantes botones;
juntos los rostros que salpican
el olear de sus maternas aguas.

Sólo con estos versos deberías doblegar tu exquisita tozudez. allá tú y tu insaciable altura.

Anónimo dijo...

¿Lo cualo?

ANÓNIMO