El otro día se me ocurrió comentar en una clase que las mujeres, en general, estaban menos interesadas por la tecnología que los hombres. ¡¡Madre mía la que me cayó encima por mi inaceptable y desafortunado comentario machista!! Evidentemente no estoy de acuerdo con las críticas recibidas -todas ellas por parte de las mujeres que allí estaban-, y no estoy de acuerdo porque lo que había dicho es un hecho constatable y medible, sin más. Otra cosa habría sido que hubiese dicho que por naturaleza no están capacitadas para las tecnologías, pero indudablemente no fue así. Claro, cuando en otros momentos y delante de las mismas personas opinas que las mujeres son, en general, más listas y espabiladas que los hombres, entonces las mujeres presentes se callan, aceptan complacidas, no les sale lo reivindicativo de la tan deseada igualdad de géneros,lo reconocen y basta. A estas alturas a uno esas luchas inducidas socialmente le dan un poco lo mismo, pero de lo que siempre he estado convencido es de que el machismo, en general, es una actitud desencadenada por las madres, es decir, por mujeres, en una estrategia cómplice de defensa establecida entre madres e hijos contra el padre machista. Después, cuando el hombre deja a su madre y encuentra pareja, el ciclo comienza de nuevo y así hasta que la mujer/madre quiera terminar con la rueda. Y porque lo pienso, lo he visto con mis ojos y puedo decirlo, lo digo.