09 marzo 2013

No recuerdo de dónde vino, ni desde cuándo la tengo, pero es una etiqueta de los botes de conserva que se usaban en mi época de niño. Ayer hablaba con un amigo de lo mucho que te retrotraen en el tiempo los olores y lo cerca que te sitúan del origen, como también le sucede a los sonidos, pero, en cambio, cómo te aleja en el tiempo la imagen, incluso la realizada el día anterior. ¿Y los objetos? Es verdad que cuando los encuentras al otro lado de la vida, simplemente te hacen sentirte mayor, pero también tienen algo tuyo de entonces que se quedó prendido en ellos: un instante, una mirada, una situación, un deseo, un placer...

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Lo terrible no es que se pierda el pasado, lo verdaderamente catastrófico es que se pierda el lugar en el que aún residia la reverberación de esa felicidad que una vez sentimos
Solo concebimos la felicidad en el aire que una vez respiramos. Pero cuando las cosas se van, la felicidad que vivimos también se va con ellos. Y entonces nos quedan nuestros recuerdos, que también se irán enseguida. Y luego, las imágenes. Las imagenes son lo último. Están ahí como agarradera. Son la última parada antes de la desaparición"

De la exposición "topografía de lo efímero"