En el preciso momento en el que me tomaban la foto de ayer, yo estaba tomando esta imagen de un músico callejero por el centro histórico de Córdoba. Cuando decidí hacerla es que seguramente me gustó como músico, aparte, claro está, del tema y de una luz favorable, pero si me gustó, en vez de escucharlo relajadamente, ingenuamente quise llevarme el momento, todo el momento aquel que estábamos viviendo. Mirando hoy la imagen recuerdo a la perfección aquellos instantes, sin embargo no soy capaz de seguir escuchando aquel sonido que justificaba la escena y que presumiblemente me gustó, porque nada de él se grabó en mi ánimo, un ánimo entretenido en dar gusto a no se sabe qué posteridad. Sí, hice la foto, pero perdí gran parte de la vida que allí se me ofrecía.
1 comentario:
Y el momento de llegar a la plaza, su luz, su sorpresa, el sonido del rebote de las ondas en el espacio, el magnetismo del personaje, el que tu sentiste, el intercambio de sentimientos con el músico, el cruce de miradas, el hacer lo que tu destino te exigía, perder unos segundos de tu vida en pos de tu vanidad, sacrificando algún segundo en tu construcción personal (no deconstrucción) para obtener otra. Y tantas y tantas cosas que sucedieron. Entre ellas, que debías de posar tu para que te hiciera la foto alguien para poder hoy dar tema a tu blog.
Por eso, hay que hacer turismo sin cámara fotográfica, lo agradece el alma y el cuello.
Jose
Publicar un comentario