26 octubre 2015

Aparte de que ya casi nadie comenta nada -hay otras vías y otras plataformas más idóneas para el debate-, pero últimamente algún/a cobarde se había dedicado a intentar insultar. Claro, alguien anónimo no puede insultar, como no puede morder un fantasma, pero ¿qué necesidad hay para dejarle la puerta abierta cuando podemos cerrar nuestra casa? Es por esto que he decidido seguir con mi blog, con mi querido blog, pero evitar que nadie escriba. Quien quiera hacerlo, o necesite hacerlo, ya sabe cómo y por dónde, por lo que todo queda en orden, al menos el mío. El buenos días o el buenas tardes que desde hace muchos meses me acompaña, seguiré leyéndolo en su intención. Seguimos.

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