22 noviembre 2017

Alguien pasó por su tumba y le dejó unas rosas blancas. He pensado mucho en estas flores, en el hecho de ponerle flores a alguien sobre su tumba y está claro que, en el fondo, no son para el difunto, sino que son flores que uno se pone a sí mismo sobre la propia muerte, sobre aquello que también quedó cercenado -y muerto- al irse una de sus partes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días.

Anónimo dijo...

Así es, una parte de ti muere con él y otra suya sigue viva en ti.