Con lo que más disfruto cuando hago un retrato es cuando el retratado empieza a dejarse llevar, cuando abandona sus resistencias y consiente que lo vea desde su propio interior. Manuel Páez, como muchos otros, ofreció cierta resistencia, pero muy pronto dejó entrever su enorme melancolía y su soñada vocación salzillezca.
1 comentario:
Buenos días a los dos.
Publicar un comentario