Es entrar en el estudio de un artista e inmediatamente siento la confortabilidad del que llega a un espacio soñado: Ese aparente desorden, los olores a pinturas y disolventes, el polvo de los libros, las manchas del suelo, las luces gastadas... Este de la imagen es el de la escultora Lola Arcas, pero para mí todos son siempre aquel primero en el que entré cuando era niño y del que aún no he salido.
1 comentario:
Buenos días, a ti y a Lola Arcas, sea quien sea.
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