Caminaba con Karím -qué casualidad- junto al centro comercial Dos Mares, de Santiago de la Ribera, cuando sobre la limpia acera de gres que lo bordea vimos un pájaro muerto. Allí, solo, sobre ese frio y aseado espacio urbano, había terminado su vida este pajarillo. Cuando me paré para observarlo y fotografiarlo, Karím seguía hablándome, sin reparar ni un segundo en lo que hacía. Y la verdad es que tampoco yo sabría decir qué me movía a hacerlo, pero sin duda se palpaba una triste coincidencia, se trataba de uno de esos momentos en donde sientes la terrible exactitud del mundo.
2 comentarios:
Cuando veo estas cosas como tú Juan, me viene a la mente que quiero volver a como eran las cosas hace tiempo, cuando se vivía más con la naturaleza y cualquier daño que se le hacía se tenía en cuenta; cuando respirábamos mejor, cuando el aire estaba más limpio, cuando llovía más....cuando había más tierra sin enlosar de gres.
Bueno, haremos lo que podamos hacer cerca de nosotros y seremos conscientes, que es lo que eres tú,
Mónica.
La mirada de Karim, su estar, su ausencia, esa sensación que uno percibe cuando crees que estás junto a él pero,en él algo te dice que no está, a veces tengo la sensación de que hay una analogía entre el ave y el gres y Karím y su estancia entre nosotros.
Jose.
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