En principio parece una simple secuencia de imágenes, en las que, de un personaje desconocido y vuelto de espaldas a la cámara, se pasa a una cara amable que nos mira y termina medio sonriendo. Sin embargo, si os fijáis, verdaderamente es otra cosa, es mi propio autorretrato, son las huellas de una mirada, y casi diría de una mirada interior: al entrar ayer en esta cafetería de Orihuela me encuentro en la barra con éste único cliente, un hombre negro vuelto de espaldas. Me interesa la imagen, la sensación de desarraigo, de soledad y le tomo unas primeras fotos. En esos momentos siento un cierto miedo, un miedo estereotipado, un miedo que no es mío, pero decido saltármelo y seguir con mi labor. Cuando el personaje se va volviendo hacia mí y me descubre con la cámara, en vez de ocultarme sigo tomándole más fotos. Él, que no sabe quién soy ni qué hago, me sonríe como dando su consentimiento. Esta secuencia es la secuencia de una mano tendida, de un saludo entre hermanos, de un entendimiento natural, de un miedo infundado, de un prejuicio más, pero esta vez vencido.
06 febrero 2011
En principio parece una simple secuencia de imágenes, en las que, de un personaje desconocido y vuelto de espaldas a la cámara, se pasa a una cara amable que nos mira y termina medio sonriendo. Sin embargo, si os fijáis, verdaderamente es otra cosa, es mi propio autorretrato, son las huellas de una mirada, y casi diría de una mirada interior: al entrar ayer en esta cafetería de Orihuela me encuentro en la barra con éste único cliente, un hombre negro vuelto de espaldas. Me interesa la imagen, la sensación de desarraigo, de soledad y le tomo unas primeras fotos. En esos momentos siento un cierto miedo, un miedo estereotipado, un miedo que no es mío, pero decido saltármelo y seguir con mi labor. Cuando el personaje se va volviendo hacia mí y me descubre con la cámara, en vez de ocultarme sigo tomándole más fotos. Él, que no sabe quién soy ni qué hago, me sonríe como dando su consentimiento. Esta secuencia es la secuencia de una mano tendida, de un saludo entre hermanos, de un entendimiento natural, de un miedo infundado, de un prejuicio más, pero esta vez vencido.
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4 comentarios:
Te reconozco valiente.
“Fuga”
Y temblores de abanico
con tiritar en los dedos,
un querer y no poder.
Se me escapa el tiempo,
el valor, y como fuente serena ,
me lleno de timidez.
(corrían principios de los 80).
jacano41
http://jacano41.blogspot.com/
Casi no, es una mirada interior. El ha sido la herramienta que has utilizado para entrar en ti.
“¡No corras! Ve despacio
Que adonde tienes que ir es a ti solo."
Juan.R.Jimenez
Unicidad: Es la expansión, y en dicha expansión yo soy tú, tú eres yo y ambos somos amor.
No hay ni un solo corazón en nuestro mundo que, de estar seguro de no correr peligro, no se abriera inmediatamente.
Todo es cuestión de miedo.
¡Que preciosidad de mirada!
¡Que preciosidad de entrada!
IB
IB,me encanta leerte y siempre que termino,me digo que razon tiene.Un abrazo.
¡GRACIAS TOÑI!
UN ABRAZO
IB
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