Nada más entrar a la cafetería del Aulario de La Merced y verlos en la barra, pensé: si los fotografío debajo de Dalí podré poner, "De aquellos polvos, estos lodos". Les he pedido por favor que se sentasen en esa mesa que estaba libre, les he explicado lo que quería hacer y han accedido muy amablemente. Me han saludado, me han sonreído, me han posado y finalmente hasta me han dado las gracias los dos cuando hemos terminado la sesión. Al irme de allí me he acordado de que hace tan solo unos días una catedrática de Constitucional me recriminó agriamente el que le hubiese tomado una foto en su despacho sin su permiso. ¡Qué absurdos y equivocados suelen ser los prejuicios! Y claro, ahora veo que el dedo de Dalí a quien estaba señalando no era a ellos, sino a mi.
1 comentario:
Por cierto, Juan, gracias por las fotos que le pasaste a Lucía del día de la comida en mi casa. La verdad es que pensaba que habías hecho más, y sobre todo de cuando estábamos todos sentados bajo los pinos. Aún así, gracias.
La bruixa.
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