22 marzo 2013

Ayer, después de un paseo en bicicleta por el campo entre huidizas lagartijas y mamíferos afelpados sobre el asfalto, al llegar a casa decidí borrar varias cuentas de correo, mi inútil adscripción a Facebook y por supuesto el maldito -por demoníaco- Whatshapp. Se ha acabado la virtualidad de mi vida, mi enganche a una comunicación fantasma, inútil y dañina, se terminó mi vida de humo entre simpáticos y expresivos emoticones. A partir de ahora vuelvo al tam tam: al menos sabré que detrás de ese sonido tan cálido hay alguien que realmente me llama desde una distancia a mi medida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sabia decisión, amigo. De vez en cuando hay que regresar a uno mismo y suprimir vanas virtualidades.

Salud!

Anónimo dijo...

Borra el blog, venga.

Juan Ballester dijo...

Pues lo haría también, de hecho lo hice ya una vez, solo que creo que el blog no me ha perjudicado, más bien creo que me ayuda. El whattshapp nada, más bien me altera. Pero vamos, cualquier día también se va blogspot a tomar por culo.